En su remoto
historial, que arranca por 1903 cuando el empresario Manuel Cichero le compra una
fracción de tierra sobre Dorrego a Don Luis Guillón. La primera construcción
era una casa con estructura de madera diseñada por la prestigiosa firma John
Wright. Con el paso del tiempo le compra la propiedad a Esteban Seguí en la
esquina de Dardo Rocha y Dorrego. Finalmente ocupa toda la manzana. En el lote
de Seguí había un chalet inglés, al que su nuevo dueño le introdujo mejoras
para trasladarse de la primitiva casa de madera.
En los años 30, la
finca parecía un casco de estancia. Tenía cuatro cuerpos de edificios que
albergaban hasta una docena de huéspedes, con sus correspondientes dependencias
de servicio. Su parque de 120 m2 contenía cocheras para cinco coches,
caballerizas con siete caballos y garaje. Había gallineros, variadas especies
de conejos, patos y otras aves de corral. Una dependencia se destinó a la guarda
de guarniciones y se levantó un cuarto de herramientas y un invernadero.
Además se construyó
una casa de verano para la hermana de Doña Corina Pitré, esposa de Cichero, que
hoy se encuentra en un terreno lindero sobre la calle Dardo Rocha.
En 1934, Aníbal
Cichero Pitré, hijo de Don Manuel, resolvió realizar una importante refacción
en el chalet principal. Le encargó la obra nada menos que al arquitecto
Alejandro Bustillo. Posteriormente, se encargó una ampliación que quedo a cargo
un sobrino del anterior: Ernesto Dickman Bustillo. Durante esta etapa se
construyó la piscina con sus correspondientes vestuarios y duchas.
La Zaida en su pleno
tamaño de una manzana sobrevivió treinta años más. En 1963, el predio se
subdividió y la quinta quedó reducida a un cuarto de manzana con el chalet
principal en la esquina de Dorrego y Dardo Rocha.
La Zaida hasta hace
unos años atrás, su nuevo propietario había construido sobre la esquina, a un
lado de la casona, un paseo comercial. Si bien opacaban la hidalguía de la residencia,
los locales fueron construidos con un estilo que sigue las líneas de
construcción de la casona.
Actualmente, La Zaida
es propiedad de la franquicia de la cadena de restaurantes “La Quintana”,
quienes han remozado y tocado parte de su fachada pese a haber una ley que la
protegía.
Bibliografía:
ANUARIO METRO (2000) Pedro Campomar Rotger
“Monte Grande en mis
recuerdos y vivencias” de Aníbal Cichero Pitré (1972)
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